Ser parte de la Cruz Roja como socorrista me enseñó que ayudar no siempre implica algo enorme: basta con estar presente en el momento justo. Para mí, estos espacios son una forma de retribuir al mundo y recordar que la empatía también transforma.
Más allá de mi formación, vestir este uniforme simboliza compromiso con las personas. Cada acción, por mínima que parezca, suma. Creo que la verdadera transformación empieza en lo cotidiano y en lo que hacemos por los demás sin esperar nada a cambio.